Los peperos nunca se tapan la nariz por mucho que atufe a pocilga su partido, y gracias a ello disponen siempre de las dos manos para hacer lo que quieren.
Evidentemente la película no es ni mucho menos perfecta, el aire telefilmero atufa a largos kilómetros a la redonda, al igual que el tono hagiográfico que domina la película.